Pasteles arrepentidos: un análisis lírico

A continuación ofrezco un análisis lírico somero, escueto y sencillo de tres canciones cuyo hablante lírico es un pastel: aquel sujeto/a que estuvo comprometido/a por un tiempo definido en una relación amorosa que arruinó deliberadamente y se encuentra más o menos arrepentido. Para comenzar, limitaremos el análisis a los elementos básicos de la lírica: 

1. Identificación del hablante lírico: quien expresa su emocionalidad en la obra (no es el autor, ojo)
2. Identificación del motivo lírico: el tema de la obra
3. Identificación del objeto lírico: el referente de la obra
4. Temple de ánimo: las emociones que embargan la obra

La primera obra en análisis se llama La incondicional, del Luismi. En esta canción, el hablante lírico expresa sus sentimientos a un objeto lírico que aún ama: (...) tú, mi sombra has sido tú (...) sin embargo también vacila en tal creencia al expresar: (...) la historia de un amor que no fue nada. Pues bien, ¿por qué el amor fue nada? la respuesta es: no la supo amar y no sabe por qué. Claramente, el temple de ánimo de la obra expresa un profundo arrepentimiento por parte del hablante, puesto que el objeto lírico fue un golpe de pasión, un amor de madrugada, un cuerpo de mujer, un par de rosas blancas, pero como no hubo juramentos y nada de nada y ella fue incondicional... historia acabada. ¿Motivo lírico?: alguien amó intensamente a otro y ahora es solo una sombra que recuerda debido a esas noches de pasión que los envolvieron. Alguien dejó de amar y no tiene motivos incluso cuando le fueron incondicional: pastelazo. De todas maneras, la interpretación queda abierta a considerarlo como un sujeto libre que, pese a la entrega de otro, decide no comprometerse porque fue su decisión y nadie debe sentirse atado a alguien por un mero compromiso. Por lo tanto, en esta escala de pasteles, este hablante no obtiene el premio mayor.

La segunda obra se titula Te perdí, del Pollo Fuentes. En esta, el hablante lírico expresa un hondo pesar por haber perdido a quien amaba: Te perdí, la culpa fue mía, pues no pensé que yo aún te quería. Se refleja, entonces, el arrepentimiento como el temple de ánimo de esta obra en cuestión, puesto que se declara de manera explícita: te perdí y no debo llorar, porque sé que jamás a mi vida volverás. Así, quien expresa su sentir asume la responsabilidad del alejamiento de su amante, puesto que no había considerado tal nivel de enamoramiento, por lo tanto, cuando es consciente de la situación, asume la pérdida del amor. El motivo, entonces, queda de manifiesto: un hablante asumidamente arrepentido: pastel, pero sincero.

La tercera y última canción se titula Arrepiéntete, de Antonio Ríos y Reinaldo Valverde, popularizada por algunas bandas cumbieras. Esta obra presenta una escueta letra cuyo hablante cambia de actitudes líricas conforme avanza la canción: en una primera y segunda estrofa, la actitud es carmínica, pues expresa sus sentimientos desde el yo: al mirarte comprendía que mis ojos se nublaban, no podía más calmar mi dolor (...). Ya en la tercera, la actitud se torna apelativa: no me dejes, por favor, no me niegues tu calor, hubo una equivocación, arrepiéntete, arrepiéntete. Enfaticemos en la frase hubo una equivocación, puesto que surge sin asociación a un sujeto en particular, vale decir, el hablante no asume el error, sino solapadamente en función de la aparición repentina de este. Esta falta de responsabilidad frente al error se torna aún menos responsable cuando apela directamente al objeto lírico: arrepiéntete. ¿No es el hablante quien debe arrepentirse?, ¿cuál es la culpa del objeto?. El motivo lírico: el hablante comete el error y le pide al objeto que se arrepienta de la decisión de abandonarlo: el rey pastel. Temple de ánimo: patudez.

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