Neruda, el noble nobel violador


Los letrados dirán que debemos hacer la distinción entre el poeta y su obra, que esta última es autónoma y debe de analizarse sobre la base de la teoría. Pues bien, hagamos la distinción entre el Neruda y su obra. Convengamos en que, como autor y desde su posición de prestigio que le proporcionaba su poder político y de macho conquistador, se le conceden los deseos desatados de hombre solitario y curioso que una mujer muda para él, tanto por el idioma, como por el acto de sumisión, puede provocar, deseo que debe ser consumado unilateralmente por este grande de la poesía. 

¿Que hay un dejo del autor en su obra siempre? Pues bien, en la obra Confieso que he vivido, aparece un poema titulado Singapur, cuyo hablante expresa una vejación hacia el objeto lírico quien es cosificado, es monumento, no es piel ni sentimiento, no es compañera de noche, es una paria, una sub humana objeto sexual cuya culpa es la belleza, la cintura, un rostro, sus formas femeninas: 

Una mañana, decidido a todo, LA TOMÉ FUERTEMENTE DE LA MUÑECA y la miré cara a cara. NO HABÍA IDIOMA ALGUNO en que pudiera hablarle. SE DEJÓ CONDUCIR por mí sin una sonrisa y pronto estuvo DESNUDA SOBRE MI CAMA. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un HOMBRE CON UNA ESTATUA. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, IMPASIBLE. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.

Esta violación cruelmente perpetrada es un ejercicio de poder. Hay, por lo menos, cuatro aristas a partir de las cuales este poder es ejercido: la clase, el género, la lengua y el conocimiento. La primera, porque el hombre Pablo ostenta su poder que le otorga su bolsillo: "(...) Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes". En una segunda esfera, la del género, se ve reflejada esta vejación por la naturaleza del acto: "(...) Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama". Me gustaría hacer hincapié en la frase demarcada en negritas, puesto que se utiliza una forma gramatical refleja o reflexiva para expresar el soez acto. Estas formas gramaticales poseen la característica de otorgarle al sujeto la responsabilidad de la acción, es decir, es como si el sujeto se hiciese a sí mismo el verbo. Así, el sujeto, el hablante violador, se libra de la responsabilidad del acto en el mero margen gramatical que le otorga la lengua, que es la tercera dimensión en la cual es ejercido el poder.

Una última cuestión es la dimensión del conocimiento, la cual, para mí, encierra las tres anteriores. Por el conocimiento que le otorgó, quizás y en una primera instancia, su talento, el Neruda violador abusador, sobre la base del privilegio del saber, lo ostenta explícitamente sabiendo cómo puede bien aprovecharlo: el conocimiento le permite viajar, le permite abusar, le permite ostentar y le otorga permisos especiales sobre los cuerpos que NO le corresponden amorosamente. Dado que sabe mucho, por lo tanto, lo sabe todo, incluso sabe con quién puede y no aprovecharse, a quién puede y no tratar bien, a quién puede y no VIOLAR.


Te repudio, Neruda hombre. Te repudio, Pablo macho. Te aborrezco, nobel violador.

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